llamaremos “contorno” a un límite
continuo que tiende a configurar una forma deslindándola de lo
que la rodea; y “dintorno” a un caso particular de límite, desdoblado del
contorno, que al definir un campo interior también permite establecer un
intervalo entre el borde exterior y el interior de una forma, constituyendo un
espesor intermedio que denominaremos operativamente “envolvente”.
en el caso específico de la forma
arquitectónica, la envolvente construye la mediación entre interior y exterior,
y en general tiende a deslindar una unidad bastante definida (una obra
concreta, con un autor, realizada en una parcela, etc.) de otra probablemente
menos unitaria (un espacio urbano, un
paisaje, etc., producto de acciones de varios agentes a lo largo del tiempo).
hay sin embargo, problemas muy
específicos en esa mediación: cómo constituir a la envolvente como una forma
capaz de regular continuidades y discontinuidades entre la arquitectura y el
medio (accesos, iluminación, ventilación, vistas, expansiones, filtros de
diversa clase, etc.), dotando a la obra de cualidades formales, estructurales y
constructivas consistentes y respondiendo, al mismo tiempo, a las demandas
cualitativas del espacio urbano o natural exterior y de su propia organización
interna.
entenderemos entonces a la
envolvente como una forma que organiza partes de diferentes capacidades y
constituye pasajes muy específicos, no sólo entre espacios de diferente clase,
sino también entre materiales de diverso tipo, que en cada obra se ensamblan de un modo
particular.